Se dejó amar en una cama ajena.
Y era tan ajena,
que ni siquiera le pertenecía a él.
Ella le dijo "te quiero"
esperando escuchar algo a cambio.
Lo que no esperaba oír
era el jadeo del placer
del amor fingido.
Cerró fuerte los ojos
e imaginó que esa escena
no sucedía en una cama fugaz,
en una cama que más tarde sería de otros.
Cerró fuerte los ojos
e imaginó que estaba en una cama eterna
con un amor eterno
con el placer eterno.
Más tarde despertó sola,
él ya se había ido.
Aunque quiso, no lloró.