martes, 1 de febrero de 2011

(des)aparecer

Ese día, apareció de todas las maneras posibles. Cuando lo vio por primera vez, no sabía bien si era definitivo, así que no lo tocó. Luego, el día fue avanzando y él fue haciéndose más real. Sus formas y sus colores eran cada vez más concretos, más tangibles. Sus ojos y su sonrisa se tornaron más expresivos y de su boca casi salen las palabras que ella siempre había querido escuchar.
Así, la acompañó durante la jornada, y ella se sintió bien. Solo cuando lo sentía necesario, le hacía comentarios sobre lo que hacía, sobre su trabajo, sobre sus planes de fin de semana. Él, desde su virtualidad, la escuchaba sin decir nada aún, pero sonriendo gigante, como solo él sabía hacerlo. Y a ella le bastaba con mirarlo y sentirse acompañada, sentirse bajo su protección.
Cuando se fue a dormir, lo hizo con la seguridad de encontrarlo ahí a la mañana siguiente. Se echó a su lado de la cama, dejando la mitad del espacio para él. Cerró los ojos y soñó con el romance del día y con el romance por venir.
Al despertar, se encontró con una cama vacía y no tuvo con quién compartir su día ni sus planes.

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