Tarcila descubrió
todo lo que no había
conocido antes:
fue niña otra vez.
Rodó por el pasto
riendo,
abriendo los brazos
y gritando:
volvió a nacer.
Volvió a nacer,
a crecer
a ser
a hacer.
Tocó el universo
con sus manos.
Fue al centro de la galaxia
y volvió
infinitamente
más sabia,
más humana.
Bailó al ritmo
de una música
que solo sonó
en su cabeza
y se consideró
se sintió
se supo
eterna.
Inmortal.
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