jueves, 28 de agosto de 2014

Lluvia

Llovió.
En su mente
en su alma
en sus ojos
en su piel.

Llovió
pero no
por cuarenta días
y cuarenta noches.

Llovió para siempre
una eternidad.

Llovió
y la lluvia
llegó a todos los rincones
de su vida

inundó el presente
el futuro
y el ayer.

Todo lo manchó

-escampó-
solo en una idea, en
un deseo.

porque,
en realidad,
llovió:
no paró.

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