sábado, 27 de marzo de 2010

Chico

Tarcila lo vio y pensó que era el chico más hermoso del mundo.
Tenía el pelo crespo-crespo, pegadito a la cabeza.
La forma que tenía de jugar con sus orejas le parecía encantadora.
Su mirada, esa mirada de estar descubriéndolo todo la enamoró.
Todo el camino quiso saber si él también estaría pensando en ella, tratando de descrubrirla, como hacía ella.
Todo el camino no le quitó los ojos de encima, no dejó de llamarlo con la mirada.
Voltea, voltea.
Pero cuando volteaba, no la miraba.

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