Tarcila no quería estar sola, pero tampoco quería compartirse.
Así fue como descubrió las camas descartables, las camas de una noche, o de media noche, según fuera el caso.
Descubrió que no hay que querer para sentirse deseado, no hay que sentirse querido para desear.
Descubrió que el alcohol puede tapar las vergüenzas y cubrir las culpas, al menos las del momento.
Tarcila no quería estar sola, y lo logró. Logró conseguir no estar sola las noches en las que no quería estarlo, pero nadie la acompañó esas tardes de domingo grises, tan grises y solas que te provocan llanto.
Nadie estuvo con ella en las mañanas, en el desayuno, nadie compartió con ella las noticias del día.
Estuvo sola cuando necesitaba en verdad estar acompañada. Estuvo sola en los mejores momentos y sola también en los peores. Tarcila no quería estar sola, pero estuvo más sola que nunca, incluso cuando estaba con ellos.
Tarcila no quería estar sola, y no lo logró.
1 comentario:
Me cae bien Tarcila
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