martes, 30 de marzo de 2010

Confesión

¿Para qué mentir? Te extraño todos los días.
Todos los días te siento a mi lado y todos los días me desilusiono de que no sea así.
¿Para qué ocultarme? Estoy esperándote de brazos cruzados.
Pensando en que somos los mismos y que podemos retomar todo desde donde lo dejamos.
¿Para qué mentirme? Te quiero y está clarísimo.
¿Para qué omitirte? Te volviste parte de mi vida y no lo puedo negar.
Te volviste parte de mis sueños y parte de mis días.
Te volviste mi sombra, de la que me asusto con frecuencia.
Te volviste mis ojos, mi boca, mis oídos.
Te volviste parte de mi vida, no lo puedo negar.

¿Para qué mentir? Te necesito todos los días.
Todos los días te anhelo y todos los días recuerdo algo nuevo de ti.
¿Para qué ocultarme? Lloro escondida en el baño, pero de mí no me puedo esconder.
No puedo esconderme de mi cabeza, no puedo esconderme de mi conciencia.
¿Para qué mentirme? En quien pienso, en realidad eres tú.
¿Para qué omitirte? Mi cerebro es más fuerte que yo, no te puedo esconder.

¿Para qué mentir? Te extraño y no lo voy a negar más.

domingo, 28 de marzo de 2010

Tarcila (II)

Tarcila ha comprado drogas en un callejón y ha buscado amor en un parque.
Tarcila se ha ido de viaje sin un sol y ha cantado en una esquina por monedas.
Tarcila se ha enamorado de chicos mucho menores que ella y ha mirado dentro del baño de varones.
Tarcila ha entrado en casas abandonadas y ha robado pan cuando no tenía.
Tarcila ha pasado noches enteras caminando por la calle y ha dejado de bañarse por días.
Tarcila ha hablado con extraños y se ha dejado de hablar a ella por meses.
Tarcila ha sonreído por cosas mínimas y ha llorado por sucesos insignificantes.
Tarcila se ha emocionado por una mirada y ha odiado la Navidad hasta hace poco.
Tarcila ha leído cientos de libros y de carteles y ha soñado con ser protagonista de alguno.
Tarcila también se ha enamorado de personas que ni conoce, de personas que ni existen.

Tarcila ha vivido mucho, en poco tiempo.
Tarcila se conoce como no conoce a nadie más, y se sorprende todos los días de eso.
Tarcila también descubre algo nuevo de sí cada día que vive.
Tarcila a veces se queda sin palabras y sin voz, y alguien tiene que hablar por ella.



sábado, 27 de marzo de 2010

Chico

Tarcila lo vio y pensó que era el chico más hermoso del mundo.
Tenía el pelo crespo-crespo, pegadito a la cabeza.
La forma que tenía de jugar con sus orejas le parecía encantadora.
Su mirada, esa mirada de estar descubriéndolo todo la enamoró.
Todo el camino quiso saber si él también estaría pensando en ella, tratando de descrubrirla, como hacía ella.
Todo el camino no le quitó los ojos de encima, no dejó de llamarlo con la mirada.
Voltea, voltea.
Pero cuando volteaba, no la miraba.

lunes, 22 de marzo de 2010

Tarcila y la soledad

Tarcila no quería estar sola. Tampoco quería compartirse con una persona, eso estaba claro, porque compartirse significaría perderse. Perderse significaría extrañarse y todo eso significaría dejar una parte de sí en otro, lo que haría, a la misma vez, que extrañara al otro. Tal vez traería como consecuencia algunas lágrimas, muchos kilos de chocolate y malos humores con la familia.
Tarcila no quería estar sola, pero tampoco quería compartirse.
Así fue como descubrió las camas descartables, las camas de una noche, o de media noche, según fuera el caso.
Descubrió que no hay que querer para sentirse deseado, no hay que sentirse querido para desear.
Descubrió que el alcohol puede tapar las vergüenzas y cubrir las culpas, al menos las del momento.
Tarcila no quería estar sola, y lo logró. Logró conseguir no estar sola las noches en las que no quería estarlo, pero nadie la acompañó esas tardes de domingo grises, tan grises y solas que te provocan llanto.
Nadie estuvo con ella en las mañanas, en el desayuno, nadie compartió con ella las noticias del día.
Estuvo sola cuando necesitaba en verdad estar acompañada. Estuvo sola en los mejores momentos y sola también en los peores. Tarcila no quería estar sola, pero estuvo más sola que nunca, incluso cuando estaba con ellos.
Tarcila no quería estar sola, y no lo logró.

domingo, 21 de marzo de 2010

El fin

Después de pasar tanto tiempo sin saber nada de él, se le apareció en sueños. Tarcila vivió de una vez, el fin del romance.
Estaba indiferente, no respondía a sus "te amo". No quería dormir con ella, ya no quería más duchas juntos. Si ella se iba, ya no le importaba, no la extrañaba. Tarcila lo tenía claro.
Cuando despertó, tuvo ese sabor en la boca del no saber, pero por fin pudo estar tranquila.
Y vivió.

viernes, 19 de marzo de 2010

Love is just a game

Tarcila soñó que ya no tenía amor.
Y ahora, ¿qué sería de su vida?
No sabía otra cosa, su vida era el amor.
¿Qué haría ahora sin las sonrisas enamoradas,
sin los llantos del desamor?
¿Qué haría con la melancolía,
con esa tristeza tan bonita del no amar?
Sin amor, Tarcila se iría consumiendo lentamente.
Sin desamor, Tarcila ya no tendría qué hacer.

Sin amor, Tarcila perdería su sepia.
Su sepia tan triste que venía del desamor.
Se asustó, no sabía que era un sueño.
Era muy real.
Sin amor, se dijo, sin desamor, ¿qué voy a escribir?
Sin mi tristeza, ¿en qué pensaré durante la noche?
Sin las canciones, sin los poemas, ¿de qué viviré?

Tarcila se asustó, no sabía que era un sueño.
Era muy real.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Odio

Odio que tengas una vida sin mí.
Odio no saber qué te pasa.
Odio no saber qué piensas.
Odio no saber si piensas en mí.

Odio que tengas una vida sin mí.
Odio recordar que antes, tu vida era conmigo.
Que antes, tu vida era yo.
Odio saber que no piensas en mí.

Odio que tengas una vida sin mí.
Odio la ridícula distancia que nos separa.
Odio que no la quieras acortar.
Odio desear tanto que pensaras en mí.

Odio que tengas una vida sin mí.
Odio siempre pensar en ti.
Odio vivir en función a ti.
Odio pensar que piensas en mí.

Odio que tengas una vida
sin mí.

domingo, 14 de marzo de 2010

hoy

Apagué la luz.
Quería buscarte, sentirte.
Entonces, esto es la oscuridad.
No te encontré.
Tuve que alumbrar mi camino otra vez.
Seguías sin estar ahí.
¿Dónde estás?
No en mi recuerdo.
Te busco, te busco.
No estás.
¿Hasta dónde tengo que ir?
¿Dónde tengo que buscar?
Sé que quieres volver, te siento cerca.
Pero no estás.
No pensé que te buscaría hoy.
No pensé que te buscaría, punto.
Pero, mírame, acá estoy, levantando los cojines,
buscando en cada esquina.
Y no encuentro, no te encuentro.
Te escondes bien, no quieres que te vea.
No importa, estaré bien.


martes, 9 de marzo de 2010

Diego

Hoy vi tu foto.
Salías sonriendo, salías feliz.
Hoy vi tu foto y me acordé de tí.
De tu voz, de tu mirada, de tu risa.
Te recordé hace diez años, cuando me mirabas y yo me molestaba.
Te recordé y te sentí detrás de mi, mirándome una vez más.
Pero esta vez no me molesté.
Esta vez sonreí.
Recordé que había soñado contigo esa noche.
Que dije que te tenía que buscar.
Llegué tarde.
Y hoy te pienso, te pienso y te extraño.
A pesar de todo.
Loco.
Precioso.